Durante la guerra española que transcurrió de 1936 a 1939, varios agustinos recoletos ofrecieron el testimonio singular de confesar su fe en Jesucristo a través del martirio. El P.Vicente Soler, y todos los miembros de la comunidad de Motril, fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II el 7 de marzo de 1999, en la Basílica de San Pedro de Roma. Los santos, que siguieron las huellas de Cristo, viven gozosos en el cielo. Derramaron la sangre por su amor, por eso se alegran con Cristo para siempre. Ellos nos enseñan a permanecer siempre fieles a Cristo. Con la fuerza del Espíritu Santo lo conseguiremos.
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