SEÑOR, dales el descanso eterno y alegra su alma con el esplendor de la gloria. Con esta petición comenzamos la celebración eucarística de hoy en la que toda la Familia Agustiniana recuerda a sus bienhechores difuntos. El título de bienhechor admite una traducción amplia que abarca a todas aquellas personas que prestan su colaboración material o espiritual para el desempeño de la tarea evangelizadora en las distintas obras que los agustinos y agustinas atendemos. La gratitud se convierte hoy en oración y ejercicio de esperanza en la gracia de la resurrección que Jesucristo ha alcanzado para nosotros.
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