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«Caminemos juntos», propone el lema pastoral que guía este año a las comunidades agustinianas de la Argentina. Y eso parece estar representado de una manera concreta en un hecho reciente ocurrido en nuestro Vicariato San Alonso de Orozco. Por primera vez, las parroquias San Agustín y San Martín de Tours de la ciudad de Buenos Aires tendrán cuatro «párrocos solidarios» o, según la expresión en latín, cuatro párrocos «in solidum».
Los sacerdotes que tienen ahora esa misión de acompañar de forma especial en la fe a las personas de esas comunidades tomaron formalmente posesión de sus cargos el fin de semana del 26 y 27 de febrero. El primero de esos días hubo una misa en San Martín de Tours y el segundo, en San Agustín. Monseñor Alejandro Giorgi, obispo auxiliar de Buenos Aires, presidió las celebraciones y contó que la designación de párrocos solidarios es una novedad para la arquidiócesis porteña, aunque no lo es para la Argentina ni para la Orden de San Agustín.
¿Qué significa tener párrocos solidarios? Simplemente, que más de un sacerdote asume la responsabilidad de las tareas propias de una parroquia, con las funciones que señala el Código Canónico: «enseñar, santificar y regir», siempre con la cooperación de otros presbíteros y también de frailes y laicos.
Son funciones que se resumen, según las palabras de monseñor Giorgi, en la enorme misión de procurar ser reflejo de Dios. La tarea es mostrar a Dios desde su estilo de Padre bueno: con cercanía, compasión y ternura, los tres rasgos que suele resaltar el papa Francisco, según recordó el obispo.
Pero, ¿quiénes son y qué mensaje inicial dejan los cuatro párrocos a su comunidad?
El padre Maximiliano Ramírez Royano tiene el rol de «moderador», algo que le deja la tarea, por ejemplo, de responder ante el obispo. Fue ordenado sacerdote por monseñor Demetrio Jimenez en agosto de 2017; coordinó entre 2015 y 2018 la pastoral del Colegio San Agustín y, desde 2019, la del Colegio San Martín de Tours. Dirige, además, la pastoral juvenil vocacional del Vicariato.
Para el padre Maximiliano, formar parte del grupo de párrocos solidarios significa «un compromiso claro, conciso y concreto de ser un buen agustino». Como dice estar convencido de que ese «ser un buen agustino» significa actuar en comunidad, explica que la asunción de los párrocos solidarios «es hacer explícito lo que comúnmente hacemos al asumir el compromiso pastoral de una parroquia: servir en comunidad».
“Ofrecer generosamente la riqueza de nuestra espiritualidad agustiniana” es uno de los desafíos que plantea el párroco moderador. E invita a pensar y a actuar en función de una responsabilidad compartida: “La gestión de la parroquia debería ser el fruto de la corresponsabilidad de una comunidad de frailes y laicos. La corresponsabilidad no evita la tentación de caer en gestiones personalistas y autoritarias o de tener actitudes, gestos y palabras que expresan una falta de compromiso y de sentido de pertenencia a la comunidad. La parroquia es la casa de los frailes y de los laicos; por eso, ambos tenemos derechos y obligaciones”.
Desde diciembre de 2021, el padre Ángel Rodríguez, más conocido como el padre Gelo, está a cargo del Vicariato San Alonso de Orozco, es decir, es la principal autoridad de los agustinos en la Argentina. Es sacerdote desde junio de 1974 y desarrolló principalmente su actividad en colegios; fue, de hecho y durante varios años, rector del Colegio San Agustín.
«En el ámbito parroquial soy nuevo y espero contar con la ayuda de todos para poder ser facilitador de todos. Y, especialmente, para que la luz y el Amor de Dios pase a través mío», reflexiona. Afirma también que ser uno de los cuatro párrocos «significa seguir creciendo en las relaciones personales y en el cuidado de las pequeñas cosas; priorizar lo común por encima de lo personal; pensar y actuar en equipo y estar atento a todo y a todos, en especial, a los más necesitados».
Apenas asumido en su función, su mensaje a la comunidad es una invitación a recordar que a la parroquia la constituimos y la conformamos entre todos: “Todos tenemos que hacer que la parroquia sea la familia de las familias, el hogar de las familias. Todos somos necesarios. Y cuando alguien falta, los demás estamos incompletos. Necesitamos de los niños, los adolescentes, los jóvenes, los matrimonios, los mayores… de lo contrario, no somos familia”.
Pocos días antes de empezar a ser un párroco solidario, el padre Miguel Ángel Guerrero Labrador cumplió 41 años en la Argentina. Llegado desde España, pasó 34 años en el Colegio San Agustín, «en una tarea fundamentalmente administrativa con no mucho espacio para el apostolado directo», según cuenta. En los últimos 7 años estuvo en la parroquia San Agustín de Mendoza, donde vivó «una experiencia muy rica desde el punto de vista pastoral y muy enriquecedora personalmente».
Sobre qué significa su nueva función, el padre Miguel Ángel dice: «Es un desafío en estos tiempos a los que podríamos llamar pospandémicos; tenemos por delante la tarea de afrontar las consecuencias que tan profundamente afectan a nuestra sociedad y, de manera especial, el desafío de acompañar a nuestros fieles en su vivencia y en su expresión de la fe; necesitamos sentirnos nuevamente una comunidad agustiniana que camina, para que juntos podamos renovar nuestra experiencia de Dios, nuestra vivencia del Evangelio y nuestro compromiso con los más necesitados».
“Las puertas de nuestros templos y comunidades están abiertas para que todos podamos construir esa hermandad agustiniana con la que soñamos. Que nuestra búsqueda comunitaria del Señor le dé un nuevo sentido evangélico a nuestras vidas y una comunión y una misión misericordiosa hacia el hermano que tengamos al lado”, nos regala como mensaje el padre Miguel Ángel.
Sacerdote desde hace 34 años, el padre Julián Pardo estuvo en los últimos años viviendo entre las comunidades agustinianas de Salta y de Catamarca. Cumplió su misión pastoral en los colegios de la Orden San Agustín y en la parroquia Santa Teresa de Jesús, en Salta, y en la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria, en la localidad catamarqueña de Santa María.
Tras un paso por la parroquia San Agustín de Mendoza, en febrero de este año se integró a la comunidad de la parroquia San Martín de Tours, «para formar parte del equipo de párrocos solidarios y comenzar a recorrer ese camino pastoral y evangelizador, adecuándolo a la realidad y a las necesidades de este presente», según sus palabras.
En la misa de inicio del ministerio pastoral de los párrocos, monseñor Giorgi entregó simbólicamente el Evangelio, instando a los sacerdotes a anunciar “su mensaje de salvación” para ayudar a las personas a que sus vidas sean guiadas por la Palabra de Dios.
Entre las necesidades de nuestro presente, la de actuar desde el amor -el mensaje central del Evangelio- es, sin dudas, prioritaria, básica. Los párrocos solidarios nos recuerdan, desde la propia denominación de sus posiciones en la comunidad, el desafío de mirar todo desde un corazón inquieto y generoso. Entre esos mensajes que nos dejó y que son válidos para todos los tiempos, nos dice San Agustín: “Si está dentro tuyo la raíz del amor, ninguna otra cosa más que el bien podrá salir de esa raíz. Ama y haz lo que quieras”.