Email: secretariavicarg@sanagustin.org - Teléfonos: 4802 4724 / 4801 9724
Bibliografía:
Patricio era funcionario romano, de carácter duro y, al mismo tiempo, cariñoso. Se preocupaba por la educación de Agustín, sin embargo, se mostraba bastante despreocupado por su formación moral. Se bautizó al final de su vida, gracias al testimonio de su esposa Santa Mónica.
Reflexión:
Patricio en variadas ocasiones, con sus actitudes, gestos y palabras llegaba a lastimar a su familia y, principalmente, a Mónica. Sabemos que Mónica, sostenida por la ayuda de Dios, buscaba siempre la reconciliación y el perdón entre su familia. Agustín, en sus sermones, decía: “Entre ustedes dos debe haber otras personas que hagan el papel de pacificadoras… que insten… a pedir perdón”. Cuando hemos sido ofendidos, desilusionados o dañados, el perdón es posible y deseable; pero nadie ha dicho que será un proceso fácil. Agustín afirmaba: “Si estás dispuesto a perdonar, ya has perdonado”. Exige de cada uno comprensión, tolerancia y deseo de reconciliació. Hoy sabemos que para poder perdonar de corazón necesitamos pasar por la experiencia liberadora de perdonarnos a nosotros mismos. Hace falta aceptarse a sí mismo, saber convivir con las propias limitaciones e incluso perdonarse, para poder tener esa misma actitud con los demás. Perdonar, también, supone la experiencia de ser perdonados por el amor de Dios. “Dios te perdona, perdónate a ti mismo”, dice Agustín. Si aceptamos que el amor de Dios es incondicional entonces podremos perdonar a los demás aun cuando hayan sido injustos con nosotros.
Oración:
Pidamos a Dios, por la intercesión de San Agustín, la gracia de reconocer nuestros errores y la humildad de pedir perdón como Patricio. Pidamos, también, la humildad de reconocernos pecadores y, la gracia de perdonar de corazón como Mónica.