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En el hogar de la tierra – siglo de la globalización – , no hay extraños, todos “parientes”, todos cercanos; mejor, como lo quiere Jesús, todos hermanos. Y nada de lo que le acontece a mi hermano me debe ser ajeno. En las buenas y en las malas, todos conniventes, solidarios.
Esto debe entenderse, tanto de las personas como de los países. Así ha de interpretarse, por extensión, la doctrina de San Pablo: “Somos, en Cristo, un solo cuerpo” (Rom 12,15)
Pues bien, Ucrania es un país hermano, un miembro del Cuerpo de las Naciones, que se encuentra en estado de martirio; no compartir su suerte, quedar indiferentes en este momento, es un pecado contra la fraternidad. La guerra de Ucrania es la guerra de todos.
Las rezones para empatizar y compartir hoy la suerte de Ucrania, no son solamente políticas o sociológicas, son también éticas y teológicas: . Porque Dios está con los pequeños y con los que sufren; . Porque está con los más vulnerables; . Porque fija sus ojos, paternalmente, donde corren lágrimas y sangre; . Porque Ucrania es una Nación de matriz religiosa; . Porque, en este momento están recibiendo una estocada en su costado; . Porque cuenta con un 86,52% de creyentes; . Porque en Ucrania también hay una Catedral de Santa Sofía y Monasterios ancestrales ; . Porque hoy está en estado de martirio, y Cristo encarna a las víctimas…
También para los países – hoy para Ucrania – Jesús pronunció la Bienaventuranza: “Felices los perseguidos injustamente” (Mt 5,10)
Y si la fe es agradecida, comprometida y encarnada, nos faculta a expresar: Gracias, Ucrania, por tu vocación martirial; Gracias, porque, con tu valentía, sabes resistir a la prepotencia; Gracias, porque, con tu sed de democracia, das cara a la cruel dictadura; Gracias, porque, con la semilla de tu sangre, tendrás una nueva floración cristiana; Gracias, porque la fe de tu gente, para pedir la paz, no se avergüenza de arrodillarse en la plaza; Gracias, Ucrania, por ser como eres, y por la lección de fe y patriotismo que nos das.
Por todo ello, como familia humana, por su fe y patriotismo, bien creo que todos tenemos una deuda y un compromiso con Ucrania. . P. Hipólito Martínez, osa.