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NOVEDADES

Dios es la respuesta

Dios no tiene la respuesta: Dios “es” siempre la respuesta. A las muchas definiciones que se han dado sobre la identidad del hombre, pudiéramos añadir ésta: ¿Qué es el hombre? Y la respuesta: “El hombre es un eterno interrogante”.  Desde que nace hasta que muere, un amasijo de interrogantes, que sólo encuentran respuesta en Dios.

Lo entendemos fácil, si nos fijamos en la psicología del despertar del niño: El niño nace con una mochila llena de interrogantes, y lo va sacando a borbotones, pensando que el papá tiene todas las respuestas, como si fuera un pequeño dios. Pero, el tema es que el adulto, como si fuera un niño grande, continuará haciéndose preguntas por toda la vida.

Nos sale al paso la Constitución “Gaudium et Spes” del Concilio Vaticano II: “Ante la actual evolución del mundo, son muchos los que se plantean las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte? ¿Qué hay después de esta vida temporal? (GS 10)

En esa línea, concretamos algunas otras preguntas a la luz de la fe: ¿De dónde vengo? ¿Cuál es mi origen?: Mi origen, el verdadero origen de mi existencia, está en Dios. No son mis padres terrenos; ellos fueron apenas los intermediarios de que Dios se sirvió para que yo apareciera en este mundo.                        

Con espanto descubro que, desde la eternidad, con amor infinito, Dios me eligió y me desinó a la existencia. Si Él no lo hubiera querido, yo jamás hubiera existido: porque me amó, me creó. Para mi asombro, vengo del amor de Dios.

¿Qué hago en este mundo? En este poco de tiempo de vida que Dios me da, me asigna una tarea hermosa, una misión sagrada: amarlo y cumplir su voluntad. El día de mi Bautismo puso en mis manos el proyecto que, amorosamente, yo debía descubrir y vivir. Somos proyecto de Dios. Ejecutarlo: ahí está el sentido de la vida. Esa es la respuesta. Eso es todo.

¿ A dónde voy? Sencillamente, mi vida tiene sentido marcado; no es un barco a la deriva y sin brújula, tiene puerto señalado: vengo de Dios, camino hacia Dios, llego a Dios, en un derrotero circular perfecto. Vengo del infinito, camino hacia el infinito; vengo del amor, camino hacia el amor; llego y me hundo en el Amor.

Sobre el sentido de la vida, ahora lo tengo más claro: Dios es la respuesta. Ciertamente que, el “intermezzo” vital, entre el origen y la meta, está plagado que, sin Dios, tampoco tienen respuesta. Sin embargo, mientras vivimos en este mundo, siempre quedará por descubrir una punta del misterio; y, ante el misterio, no pasamos de ser niños grandes. Pues, mientras vivimos en este mundo “caminamos guiados por la fe y no por lo que vemos” (2 Cor 5,7) Sin la luz de la fe siempre quedarán sin respuesta muchas de nuestras preguntas, y, desesperadamente, estaremos abocados a la sinrazón y a la náusea de la vida. La fe en un Dios todopoderoso y todoamoroso, todo lo explica.

Para toda  pregunta sin respuesta, Dios es la respuesta; no como un refugio, un escape o descarga de conciencia, si no como Alguien que, al mismo tiempo, en medio de la calígine, nos ama y nos supera.

Dios es la respuesta, en la fe, a toda pregunta del hombre.

                                                                                              P. Hipólito Martínez,osa.