EL beato Antonio Patrizi, cuya memoria celebramos hoy, nació y vivió en Siena (Italia) en la primera mitad del siglo XIII. Ingresó en el convento agustiniano de Lecceto siendo trasladado, más tarde, al de Montichiano donde murió el año 1311. Llevó una vida de santidad dedicada al servicio de Dios y de los hermanos. La dimensión contemplativa –tan importante en la espiritualidad agustiniana– tiene en Antonio Patrizi un exponente claro. Dimensión contemplativa que se traduce en una fuerte pasión por Dios y un incansable servicio a los hermanos, como respuesta a las distintas necesidades de la Iglesia en todo momento. Formaron parte de su vida las palabras del libro de los salmos: El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en su mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad (Sal 15, 5-6). Que su ejemplo e intercesión nos empujen a la profundización en el misterio de Cristo y a vivirlo plenamente
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