HACEMOS hoy memoria de un grupo de religiosos agustinos que vivieron en el siglo V y fueron martirizados en tiempos del rey vándalo Hunerico.Al más joven del grupo –que sólo tenía quince años– le ofrecieron la libertad con tal de que abandonara a sus hermanos. Este joven –llamado Máximo– prefirió compartir con ellos la muerte, después de haber compartido la vida. Los santos, que siguieron las huellas de Cristo, viven gozosos en el cielo. Derramaron la sangre por su amor, por eso se alegran con Cristo para siempre. Nosotros celebramos con alegría su triunfo y nos acogemos a su intercesión
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