NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN
La advocación en el seno de la Orden es antigua. Recordamos la leyenda para centrar luego el interés en los pocos datos que poseemos con carácter histórico. Santa Mónica derramaba muchas lágrimas ante Dios en favor de su hijo Agustín, desviado de la fe que ella le transmitiera en su infancia. La Virgen le habría consolado en su oración ferviente anunciándole la vuelta de su hijo a la Iglesia y le exhortó a expresar su penitencia vistiendo hábito negro y ciñéndose con una correa del mismo color. Hasta aquí la leyenda. Según los datos históricos, en su origen, ningún lazo especial relaciona a esta advocación con la Orden Agustiniana.
Consta que a mediados del siglo XV los agustinos veneraban en el norte de Italia una imagen de María, invocada bajo este nombre. En 1575 la cofradía fundada en Bolonia para dar culto a la Virgen de Consolación se unió a la de los Cinturados de San Agustín. La archicofradía adoptó el título de "Cinturados de San Agustín y de Santa Mónica" bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Consolación. A partir de entonces la devoción y el culto se propagaron constantemente, favorecidos por los Papas y por el celo de los agustinos.
La iconografía tradicional nos muestra a la Virgen con el Niño en brazos, ofreciendo la correa del hábito agustino a San Agustín y su madre Santa Mónica, ambos arrodillados a sus pies. Así la podemos ver en la capilla que tiene dedicada en la iglesia de San Agustín de Málaga.
La Orden de San Agustín celebra en su liturgia propia la festividad de la Virgen bajo su advocación de Nuestra Señora de la Consolación el día 4 de septiembre.